Créditos de la imagen: GAIA Amazonas – Juan Gabriel Soler.

La región amazónica enfrenta una crisis ambiental significativa, de acuerdo a lo revelado por Mapbiomas Agua, de la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG). Un millón de hectáreas de agua dulce se han perdido en la última década, dejando a comunidades vulnerables que dependen de la pesca y la agricultura para su subsistencia.

Según lo informado por Mongabay, los expertos de RAISG, tras analizar imágenes satelitales y datos sobre ríos, glaciares y lagos en los países amazónicos, alertan que esta pérdida representa un 4 % de la superficie acuática de la región. Colombia lidera las cifras de pérdida con 224,000 hectáreas, seguido por Bolivia (135,000), Perú (73,000), Venezuela (66,000), Brasil (498), y Ecuador (7,000).

El cambio climático se señala como el principal factor detrás de esta problemática, afectando la capacidad de los ecosistemas para retener agua. Aunque 2022 mostró una ligera recuperación en algunas áreas, la situación es crítica. Los glaciares de la región están en camino a la desaparición, planteando no la pregunta de si dejarán de existir, sino cuándo.

La pérdida de agua superficial se conecta directamente con actividades humanas, como la deforestación y cambios en el uso del suelo. En Colombia, la Orinoquía experimenta una mayor pérdida, mientras que en Bolivia, fenómenos como El Niño y La Niña, sumados a la actividad agropecuaria, han alterado el flujo natural del agua. Además, la disminución afecta negativamente la economía y los ecosistemas, poniendo en peligro comunidades que dependen del agua para su sustento.

Un hallazgo adicional del estudio señala la desaparición de glaciares en Colombia, Bolivia, Ecuador, Perú y Venezuela, reduciéndose en un 55 % desde 1985. Venezuela lidera con una disminución del 97 %, seguido por Colombia con un 60 %. La pérdida de glaciares no solo amenaza las fuentes de agua, sino que también podría liberar componentes tóxicos, representando un riesgo para la salud humana y animal. La urgencia de abordar esta crisis ambiental es imperativa para garantizar la supervivencia de la región amazónica.

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