En el marco del proyecto, se han aplicado diversas pruebas, como la Escala de Depresión de Yesavage, el Test de Dvorine, la Escala Isquemia de Hachinski y el Test de Integración Perceptual, a un grupo de 160 adultos mayores como objeto de estudio. Los resultados de estas evaluaciones se comparten con los participantes, permitiendo establecer estrategias que mejoren su calidad de vida. Eduardo Forero, Magister en Neuropsicología Clínica y Coordinador del proyecto, destaca que la ejecución del mismo ha proporcionado beneficios tanto a la comunidad como a la academia.

El proyecto no solo arroja luz sobre los procesos cognitivos de la comunidad, sino que también contribuye a comprender los factores sociales asociados a la enfermedad de Alzheimer. Además, se ha convertido en una oportunidad para la formación continua de docentes y estudiantes en procesos de evaluación neuropsicológica, el uso de equipos de psicofisiología y la participación en proyectos de investigación como opción de grado.

Para Michelle Camila Cuellar, estudiante de Maestría en Neuropsicología Clínica, la salud mental se erige como una cuestión crucial que impacta tanto en el ámbito físico como en el socio-familiar. Subraya la importancia de aprovechar los recursos disponibles para la atención de la salud mental en beneficio de toda la comunidad. Hasta el momento, los resultados preliminares revelan una prevalencia del deterioro cognitivo del 56%, triplicando las cifras halladas en otras regiones del país. Esto plantea interrogantes en la comunidad científica sobre las posibles causas o factores de riesgo, así como la necesidad de estrategias de intervención para abordar esta problemática, según Alfredis González Hernández, PhD en Psicología de Neurociencia Cognitiva y Coordinador del Proyecto.

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